¡Con monos en la cabeza!
En nuestro último día en la houseboat nos levantamos al alba y en shikara salimos hacia un mercado de verduras y flores. Andar en bote por el lago a esa hora es casi fantasmal. Hay una luz tenue que ilumina Srinagar pálidamente y una niebla lechosa que se levanta de la superficie del agua. Se ven pocos botes transitando y el silencio solo se quiebra por el remar pausado de nuestro bote. Flotamos durante 25 minutos por una parte que no conocíamos de nuestro barrio acuático hasta llegar a un lugar en el que convergen decenas de botecitos para ofrecer sus mercaderías. Los comerciantes traen algún tipo de verdura que plantan en huertas orgánicas, en terrenos que elevan sobre el nivel del agua, cerca de las casas-bote. Y en ese lugar, cada mañana, se forma una maraña de botes desde los que negocian coliflor, berenjenas, nabos, zanahorias, papas y todo tipo de verduras de estas tierras. También están los botes que venden flores donde nos animamos a compramos algunas semillas para llevar a casa.
Después pasamos a buscar nuestras mochilas y nos llevaron al lugar desde donde salían los buses, que aunque Srinagar es una ciudad importante, no era una estación sino simplemente una calle donde estaban estacionados varios colectivos y gente gritando el nombre de distintos destinos. Nos dirigimos al que gritaba: ¡Jammu, Jammu, Jammu! Así empezó un viaje de unas supuestas 8 horas. El micro, para que se lo imaginen, es como los que se usaban en Argentina para escolares (de los naranjas, pero mucho más baqueteados). Los asientos son para tamaño-indio, por lo tanto, nuestras dimensiones sobrepasaban los niveles deseados. No nos quedó otra que sentarnos en los asientos de atrás de todo, como los quilomberos en el colegio, para poder estirar las piernas de vez en cuando; aunque lo que terminó sucediendo fue que para un bus de 40 asientos vendieron 60, así que había gente sentada en los pasillos y ¡¡sobre nuestros pies!! Durante el accidentado viaje que siguió, el bomdi pinchó 1 vez, tuvo dos problemas mecánicos en el motor, atravesó 1 corte de ruta y tres camiones volcados en distintos lugares, además de un par de controles militares. En el primero de ellos, nos hicieron un control exhaustivo de pasaportes en un cuartito aparte. Cuando volvimos a subir al micro, las 58 caras indias nos miraban con ojos expectantes. En inglés rudimentario uno de ellos nos preguntó: "What happened?" y al aclarar la situación, todos volvieron a mirar al frente aliviados. Aunque no nos entendíamos una palabra, nos empezamos a sentir parte del grupo.
Fue un viaje interminable, agotador, lentísimo e incómodo por una ruta atestada de camiones y con paradas sucesivas para comer o solucionar problemas. Para redondear la idea: tardamos 18 horas en recorrer solo 300 km. El dato feliz del viaje fue que conocimos a Dilkash, un chico indio muy simpático, a punto de terminar la secundaria, con anhelos de estudiar filosofía. En uno de los cortes de ruta nos regaló dos manzanas y entre charlas entrecortadas, nos fuimos haciendo amigos. Nos pidió nuestro tel (?) y finalmente nos invitó a quedarnos esa noche en su casa con su familia de apenas 6 integrantes (¡acá una familia de 6 es una familia chica!). Como nos parecía demasiado y no nos animamos a aceptar la invitación, nos acompañó hasta un hotel en los alrededores de la estación.
La terminal de omnibus de Jammu era como Retiro hace 20 años, pero con un atentado terrorista de por medio. ¡Un horror! Atravesar ese enjambre de colectivos viejos a las 11 de la noche para encontrar el Hotel Hollywood, siguiendo a este niño de 17 años que recién conocíamos, fue un tanto tenebroso. Pero por suerte, Dilkash tenía las mejores intenciones. Luego de registrarnos en el hotel, nos acompañó hasta un restaurante y nos despedimos afectuosamente. Resultó ser un bar donde la única mujer, al igual que en el colectivo, era la señorita de la pareja. Nos pedimos un pollo al curry con arroz (¡un clásico!) y dos "mountain dew" (¡todavía existen!) que después de un día entero de manzanas, bananas y galletitas necesitábamos desesperadamente. Sucios y hambrientos como estábamos, seguíamos atrayendo gente. No pasaron 5 min que se nos sentó a la mesa un pelado con bigotes muy largos, 2 o 3 dientes en el paladar superior (bombardeados a manies ininterrumpidamente) que se peinaba el cabello del costado por encima del "chakra superior". Su inglés era inentendible y conseguimos espantarlo hablando en español. Llegó el ansiado "chicken curry" y al mismo tiempo se nos sentó un nerd con anteojitos y super celular y un gordito borrachín de otra mesa que se llamaba Aaron. A partir de ese momento, comenzó una disputa por ver quién se hacía más amigo nuestro: ping-pong de preguntas y respuestas. El nerd en un momento, para que no habláramos con Aaron, llamó desde su celu a Goa y nos pasó la llamada (?). ¡Un disparate! Estábamos en un bar en Jammu, al norte de la India, hablando con un desconocido en Goa, al sur, preguntándole cómo estaba el clima. Cortamos como pudimos y seguimos charlando y comiendo hasta que empezaron a apagar las pocas luces que tenía el bar. El gordito también nos pidió nuestro teléfono y le escribimos en el celular un número un poco cambiado para no tenerlo llamándonos en cada una de sus borracheras nostálgicas. El mozo trajo la cuenta y Aaron no quiso de ninguna manera que pagáramos nuestra comida. Insistió tanto en invitarnos que finalmente lo dejamos. Salimos del bar y a las 3 cuadras nos alcanzó Calculín en moto. Nos invitó a quedarnos en el hotel que él tenía y como no aceptamos y no quería que nos fuéramos, nos pidió que habláramos con su novia por el celular porque ella ya no lo quería atender (por qué sería???) ¡Un looooooco!!!!!
Al día siguiente llegamos a Dalhousie, un poblado en la ladera de una montaña, entre bosques y vegetación selvática con vista de picos nevados y variedades de monos por doquier. Nos alojamos en una hostería antigua, toda en madera, con muchas ventanas y una vista espectacular. Las habitaciones eran gigantes, los baños amplios y con el mágico toque de un timbrecito, llegaban manjares a la puerta de nuestro cuarto. La doble vale sólo 5 dólares y se come por dos. ¡¡Esta es la India que vinimos a buscar!!! La única contra es que a la madrugada los que nos despiertan son los monos saltando en el techo (¡no es chiste!).
Cerramos nuestro último día en Dalhousie con un "chaicito" (el té indio que reemplaza el mate nuestro de cada día) disfrutando del atardecer en las montañas, desde la espléndida terraza de nuestro hotel Crags.
Curiosidades-ruta:
1) Todos los camiones atrás tienen un cartel que dice: "Blow horn". Una insitación abierta al bocinazo desenfrenado.
2) No importa la duración del viaje, en los buses siempre existe el "stop" para un té chai y algo de comer en una dhaba (bolichón al paso) de la ruta.
3) Los hombres hacen pis al costado de la ruta con las piernas abiertas, pero en cuclillas. Prolijo, ¡pero que complicaaaaado!
5 Comments:
eyyyy! quién escribe? juampi¿ los dos? me acabo de cagar de risa a carcajadas. anoche hubo fiesta descontrolada en casa (hoy es feriado). entre la recuperación el desorden y la hor ano sabía qué cazzo hacer y me fui a la india. lo de los personajes está buenísimo. por favor, escriban mucho y muchos detalles, porque lo hacen muy bien! transmiten el miedo la gracia, el tema del celular es impresionante!!! ya tienen su "misión"! besos gigantes . you know who i am.
juampi estas flojo! le tenias que haber pasado el telefono de alguien no muy amigo, no el tuyo modificado!
jajaja, concido con el anterior (yo no se quien es) con que siguan escribiendo asi, que es un mini viaje a la india dentro de la rutina diaria de bs as. Buenisimo!
besos grandes,
Seba
Hola adorados aventureros! Qué genial la experiencia que están viviendo! Y que, como ya hemos dicho también, nos permiten vivir a nosotros... y qué mejor que flotar con ustedes en el barrio acuático, y comprar flores y verduras y semillas y desayunar en una hostería con vista de ensueño... Por supuesto, también hay partes del relato que hacen que los admire más que de costumbre y otras que hacen que me pregunte llena de emoción: Agus, pasarás el millón de amigos en este viaje? Creo que sí!!! Incluso, y casi por primera vez, sin quererlo! Besos y besos. Caro
Son unos genios por acompañarnos en este viaje. Escribimos los dos, combinando nuestros diarios y esperamos que sigan al pie del cañon enviándonos comentarios. Nos encanta tenerlos cerca!
Besos,
Agus
Agus. Finalmente pudimos entrar al blog, asi que te decimos: "FELIZ CUMPLEANIOS" !!!!!! Muchos besos Maria Nectar y Hong I
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