Ciudades Sagradas del Ganges
Rishikesh, conocida como la capital mundial del Yoga, consta de un centro abarrotado de negocios y rickshaws (en pro del bocinazo) del que todo el mundo huye para alojarse en lo alto de la montaña, entre Swarg Ashram y Lhaxman Jhula. Ambos centros están más orientados al turismo y se despliegan alrededor del Ganges que fluye caudaloso y limpio en tonos verdes (recordemos que estamos cerca del comienzo). Son dos los puentes colgantes que unen las costas. Angostos, pensados solo para personas, se ven transitar también motos, vacas y monos. La vegetación es exhuberante, tropical, y la "Ganga" como la llaman acá, está bordeada de ghats, escalinatas que tocan el agua para los momentos de baño sagrado y ofrendas. El contraste entre el río cristalino, las playas de arenas plata, las montañas selváticas y el cielo azul radiante hacen de Rishikesh un oasis místico.
Todo visitante se compra algo de ropa suelta, prueba alguna clase de meditación o yoga, escucha algún concierto de "tabla & sitar" y se detiene a participar de los cánticos y ofrendas de flores al atardecer. Entusiastas de la buena música, al enterarnos de uno de estos conciertos corrimos ávidos a su encuentro. Fue sencillamente sublime, sutil, mágico... Por una hora y media flotamos con el arte de estos dos maestros. Engolosinados fuimos a otro concierto al día siguiente, y nos bajaron de un hondazo. No solo los músicos pifiaban la cuerda sino que además agregaron una bailarina de danza hindú que sufría serios problemas de equilibrio. Huimos a la mitad del "espectáculo."
Pasamos 6 días espléndidos entre alguna que otra clase de yoga, caminatas por los alrededores, cenas divertidas con los irlandeses y paseos por el mercado, donde hicimos pequeñas inversiones en nuestra estética. También asistimos a una charla sobre "Healing strategies with Yoga" donde se habló de cómo el yoga junto a otras variantes pueden sanarnos. El vehemente Yogi que daba la clase trató durante 3 horas de convencer a la multitud de que beber la propia orina (o la de algún amigo gamba) era altamente nutritivo y combatía cualquier tipo de enfermedad. ¡El enfermo sos vos! ¡¡¡Asqueroso!!!
Para esperar nuestro tren a Varanasi pasamos un día en Haridwar, que también es una ciudad sagrada bañada por el Ganges, pero más populosa. Dejamos las mochilas en la estación y subimos en teleférico al templo de Mansa Devi. Luego de sacarnos los zapatos, hicimos una fila apretada por pasillos angostos, estilo laberinto, hasta llegar empujados por una multitud a una estatua dorada, donde le alcanzamos como pudimos la bolsita de ofrendas al hombre encargado. El "holy priest" las desgarraba, separaba el arroz por un lado, las flores por otro, el incienso y el coco en un tercer recipiente y adios a la Diosa de los Deseos que quedó en dos segundos atrás, entre la masa de gente con marcas en la frente. Al atardecer, presenciamos la ceremonia de Aarti donde cientos de personas sentadas en los ghats esperaban la caída del sol para cantar, encender velas y arrojar flores al río.
Varanasi es la ciudad sagrada por excelencia. Recibe gente de todas partes del país y del mundo que se acerca a venerar al Ganges. El río a esta altura es de un marrón riachuelo inmundo, sin embargo, los hindúes llegan a purificarse con el baño, a realizar ofrendas y a quemar a sus muertos. También están los que lavan la ropa, la vajilla o sus vacas, lo que demuestra cómo la vida entera se relaciona con el río. Por un lado Varanasi es una ciudad de lo más nerviosa, super-poblada, sucia; pero por otro lado, está la Varanasi de los ghats, de las callejuelas ocultas, de los pasadizos angostos e irregulares cargados de misticismo, donde uno se cruza con gente acarreando en andas a sus difuntos. Es impresionante verlos llegar hasta la orilla, colocar el cuerpo sobre una pila de madera y prenderlo fuego. Hay gente dedicada a conservar el fuego sagrado siempre encendido, que se compra al igual que la madera. Las mujeres actualmente no participan de la cremación porque solían arrojarse a la fogata para morir con sus maridos. Ahora no hay llantos ni gritos, solo silencio y fuego. Esta es la forma de purificarse y mejorar el karma para la próxima vida en la tierra. Este ritual lo hacen todas las castas: los ricos se pagan su madera y los servicios de los cremadores, mientras que los pobres reciben cierta ayuda, parte proviene de las joyas que no se derriten en el fuego de los adinerados.
Pero no todos necesitan ser cremados. Las mujeres embarazadas, los niños, los leprosos, los enfermos de varicela, los bhramanes, las vacas y los mordidos por una serpiente (la víbora es símbolo sagrado por rodear el cuello de Shiva y representar la kundalini, energía que despierta lleva al samadhi o iluminación) son arrojados directamente al río cuando mueren porque en su condición, ya se los considera puros. Se les ata una piedra al tobillo y se los arroja a las aguas. Lo de la piedra a veces puede fallar... y a flotar!
Curiosidades:
1) Las mujeres se bañan en el río con saris y luego se cambian por otro seco haciendo malabares , sin mostrar nada, ¡aunque a veces a más de una algo se le escapa!
2) Los hombres se bañan directo en calzoncillos.
3) Toda la ropa la lavan en el río sucio, al puro golpe, y la secan en las escalinatas todavía más sucias. Limpia, no sabemos, pero pura...
4) El color funerario es el blanco.
1 Comments:
grossssoooo!! Realmente grosssooo
espero poder visitar algunos lugares, tengo planeado salir em octubre 2009, falta taaanto!!! voy a estudiar danzas, pero sólo me quedo un mes, así que si tienen algún dato para pasarme como dónde para y todo eso, sería buena onda.. les dejo mi mail lpgallucci@yahoo.com.ar
gracias por las hermosas fotos!!!!
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