miércoles, enero 10, 2007

Kerala Kerida

Los cambios continuaron. Después de pasar un día en Bangalore, nos fuimos a Mysore, donde nos reencontramos con Philippe, un estudiante de antropología francés que conocimos en el bus de Udaipur a Bombay, quien nos transmitió su pasión por los rituales tribales de la India. Nos habló de los “Theyyam”, originales de Kerala, donde se podía asistir a estas danzas de transformación, en las que un hindú de casta inferior se convierte en Dios. Con esa curiosidad decidimos viajar a Kannur, haciendo una parada a nuestro paso en Kalpetta, un pueblo que sirve de acceso al Wayanad Wild Life Sanctuary. Nos hospedamos con una familia de lo más amorosa que recién inauguraba su Home-stay y que nos atendieron como a reyes. El último día, para charlar un poco con nosotros y saber de nuestras vidas, nos invitaron un desayuno típico de Kerala: un Curry de Pollo inolvidable y un Arroz al Coco fabuloso. Un amigo de esta familia, nos invitó también a ver sus plantaciones de café, cardamomo, pimienta y vainilla. La finca, que trepaba una colina, tenía hasta su propio arroyo y desde lo alto se apreciaba un mar de palmeras entre los cultivos de las otras propiedades. ¡Bellísimo!
El viaje a Kannur, a pesar de haber sido en un bus local, fue maravilloso. Nos sentamos al lado del chofer y atravesamos la provincia de este a oeste, siendo espectadores privilegiados del corazón de la selva. La cadena de casualidades siguió en Kannur. Llegamos al anochecer a una gran ciudad y no a un pueblo playero como esperábamos. Salimos rápido de la estación, en busca de un escape, hacia la oficina de turismo que estaba cerrada. Por reflejo empujamos igual la puerta y nos encontramos con dos hombres fumando en la penumbra. Les explicamos que buscábamos un lugar para quedarnos y prendiendo algunas luces, llamaron a Shreeranj, uno de los personajes más adorables que conocimos en el viaje. Nos ofreció su casa en la playa, a unos 15 km de Kannur, con comida casera incluida, para pasar los días de Navidad. Como ese día ya era tarde para ir hasta la playa, nos invitó a quedarnos esa noche en su propia casa. Cuando llegamos, salieron a recibirnos la mujer, Jhothy, y sus 2 hijas: Navia (6) y Nandu (11) que aunque no estaban al tanto de los “invitados”, nos recibieron con mucha alegría. Nos prepararon un cuarto, jugamos un rato con las nenas y mientras Shreeranj cocinaba un delicioso Pollo Biriyani, Jhothy nos mostraba su colección de saris. Gente inolvidable y generosa que nos abrió su hogar como a grandes amigos.
La casa en la playa, blanca, con tejas estilo portugués, estaba al lado de un río en medio de un bosque de palmeras. Por un caminito de arena llegábamos a lo que apodamos unánimemente “el paraíso”: una playa dorada con algunos acantilados enmarcando la costa y rocas esparcidas que se adentraban en el cálido mar arábigo. Aparte de nuestras dos almas, se veían algunos botes de pescadores y la sombra de algunas palmeras que nos acariciaban. Fue el lugar ideal para pasar nuestra navidad. Siendo hindúes, los Shreeranj, se molestaron en decorarnos el lugar para el 24 con arbolito y todo, y agasajarnos con una cena deliciosa que compartimos con una pareja de alemanes, otra de ingleses y una última de italianos. El grupo que se había formado dos días antes de las fiestas fue de lo más ameno y entretenido. Con los italianos compartimos 5 días. Sergio de 59, ex capitán de barco, y Nikki de 42, quienes habían vendido todo 10 años antes y se habían ido a vivir a una granja en Ventimiglia (norte de Italia). Hoy en día viven de sus propios cultivos orgánicos, hacen su vino, su miel, su aceite de oliva, se volvieron vegetarianos y viven muy tranquilos en su pedazo de tierra. ¡Unos hippies envidiables! Una de las noches Shree, nos invitó a ver la final de headball del distrito (¡como el volley pero con la cabeza!). Todo el pueblo asistió al evento y salimos en la tele.
De Kannur nos tomamos un tren a Kochi, para resolver nuestro regreso a Bombay, y enseguida salimos hacia Munnar. Tanto el viaje para llegar como para irnos de Munnar fue soberbio. El pequeño pueblo está rodeado de montañas cultivadas en su totalidad con té. Los diseños que se forman con estas plantaciones ondulantes que trepan las colinas son de postal. Hicimos una caminata “Munnar” de 16 km internándonos en los dibujos mismos para volvernos parte del cuadro. IM PRE SIO NAN Té.
Seguimos viaje a Kumily, similar pero junto a la selva, donde se pueden hacer visitas a las granjas orgánicas de especias y aprender un poco sobre el tema. ¡Algún día seguiremos los pasos de los italianos! Nos alojamos en una casita sobre un árbol para esperar el año nuevo como auténticos duendes. Nos dimos el gusto de andar en elefante y de conocer a uno pequeño de solo 14 días que recién aprendía a caminar. Visitamos una fábrica de té y contemplamos repetidas veces, desde nuestro mirador elevado, la selva con sus cañaverales inmensos y animales silvestres, algunos jabalíes y ciervos que se acercaban a beber a un pequeño arroyo.
Nuestro siguiente destino fue Alleppey. Nuestro plan era tomarnos un bus hasta Kottayam y un ferry para cruzar las backwaters. A orillas del agua nos enteramos de una huelga que impedía el acceso a Alleppey. Éramos 6 los extranjeros en la misma situación: una pareja suiza, Olivier y Damaris; otra pareja mixta, Bastian (suizo) y Ángela (brasilera) y nosotros. Ellos venían juntos desde Kumily y todos hablaban francés. Nos hicimos amigos y luego de algunas negociaciones truncas decidimos quedarnos esa noche en un hotel. Una de las propuestas locas de uno de los pescadores era alquilarnos un bote, ir hasta Alleppey y esperar en el agua hasta que se levantara la huelga para ver si nos dejaban entrar al puerto. Sabiendo con qué bueyes arábamos, preferimos esperar en tierra firme y salir a la mañana siguiente. El viaje en un bote solo para los 6 (porque al final perdimos el de la mañana y tuvimos que alquilar uno) fue delicioso. Atravesamos un delta como el del Tigre pero tropical, presenciando escenas cotidianas frente al río, pájaros multicolores, plantaciones de arroz, y cruzándonos con otros botecitos.
En Alleppey conseguimos habitaciones enormes en una casa colonial a pocas cuadras de la playa. Nos pasamos el primer día buscando precios y opciones para recorrer las backwaters en una house-boat, pero en plena temporada alta fue imposible. Optamos por una shikara, un botecito con techo para 6, a remo que prometía mostrarnos los secretos del delta metiéndose por brazos estrechos adonde las embarcaciones más grandes no tenían acceso. Si bien fue bello, no cumplieron con lo prometido. Protestamos y para nuestra sorpresa, nos devolvieron la plata. Pasamos otro día en la playa, observados por decenas de curiosos que no se acostumbran todavía a las bikinis, y como coincidíamos en que todos queríamos una playa paradisíaca para relajarnos los últimos días, partimos en troupe hacia Varkala, practicando nuestro francés 24 horas por día.
Varkala, una playa de pescadores inhóspita hace 10 años, hoy es un spot turístico importante, pero aún conserva su belleza natural inigualable. Tiene playas de arena dorada y otras de arena negra, acantilados rojizos cubiertos de cocoteros y muchas opciones para alojarse y comer. Pasamos 4 días de playa, cenas, juegos de dados y cartas, barrenadas y atardeceres con estas dos parejas divinas con las que nos divertimos a lo loco y compartimos un montón de cosas. Aceitamos nuestro francés, que venía un tanto oxidado, y ¡hasta aprendimos algunas expresiones nuevas!
Pasar nuestra última semana en esta tierra maravillosa, con gente positiva, aventurera y cálida fue un cierre perfecto para nuestra ya querida y entrañable India. Ahora estamos en el Aeropuerto Internacional de Bombay, esperando nuestra conexión (en unas 10 horitas) a Kuala Lumpur. Estamos un poco nostálgicos por dejar este país que nos dio tanto, pero no nos podemos quejar, nos quedan tres meses más de viaje para descubrir nada más y nada menos que el Sudeste Asiático. Como diría Bastian: “C’est ne pas mal!!!”

3 Comments:

At 10 enero, 2007 16:33, Anonymous Anónimo said...

Feliz año nuevo!!!
Notable. Ustedes cuentan y yo sigo viajando.

Fer.

 
At 12 enero, 2007 15:55, Anonymous Anónimo said...

Chicos
Que lindo! Los queremos mucho...nosotras tambien estamos muy felices en NZ, compartiendo muchas charlas de hermanas y riendonos mucho Les mandamos un beso y un gran abrazo
Mariana y Maria Nectar

 
At 14 enero, 2007 04:20, Anonymous Anónimo said...

Hello babies: qué fantástica esa estadía en las playas..como les dije los esperaremos para compartir unos días de S.Santa en Marpla, no será lo mismo pero.... vale la intención. Besitos y hasta pronto. Ciudad de acero, allá van...mamy.

 

Publicar un comentario

<< Home