Qué bicho te picó?
Saigon es una ciudad inundada: ríos de motos corren por sus venas. Autos casi no se ven, pero sí suman las bicis y los minubuses. Como en toda la ciudad debe haber 3 o 4 semáforos, las corrientes de motos fluyen libremente en todas las direcciones. Para cruzar la calle, por ejemplo, tenés que serenarte y caminar despacio, si es posible levantando una mano para que te vean mejor y te esquiven, ¡porque jamás frenan! Tampoco salimos de nuestro asombro al ver a las vietnamitas por la calle escondidas detrás de barbijos enormes, con guantes largos hasta los hombros, sombrero y anteojos. En principio pensamos que era un método eficaz pero exagerado contra la polución, pero preguntando nos enteramos de que es una protección contra el sol para que no se les oscurezca la piel. ¡Una mujer bronceada no consigue marido facilmente! Del otro lado del mundo, las cosas son definitivamente al revéz. Además de esto, es una ciudad atractiva en otros aspectos con plazas, mercados, museos y mucha actividad callejera.
Desde allí, tomamos una excursión para recorrer el "Mekong Delta". Con una lancha colectivo nos llevaron por el canal principal y después, en botes más pequeños, recorrimos canales más estrechos. Hicimos algunas paradas: primero visitamos una granja productora de miel, donde nos comvidaron un té de miel y vino de arroz (una especie de grapa transparente que se bebe en vasos cortos), sitio donde algunos se dejaron abrazar por una pitón para la foto. Luego nos mostraron cómo hacer caramelos de coco en una fábrica tropical. Pero la parte más emocionante fue navegar en unas canoas finitas, remadas por mujeres que usaban gorritos vietnamitas, internándonos entre la vegetación densa que por momentos se cerraba sobre nosotros. Camuflados también con gorritos cónicos, pudimos vivenciar el Mekong ¡caracterizados y todo!
Mui Né fue el primer destino del boleto abierto en bus que compramos en Saigon para recorrer todo Vietnam, un pueblito de playa con un olor muy característico que se lo da una salsa de pescado local. Pequeño y repleto de Resorts, se recuesta sobre el mar del Sur de China. La playa es angosta, tiene palmeras a lo largo de toda su extensión, con un mar fresco pero gentil salpicado de botecitos pesqueros.
Hicimos 2 días de playa y caminatas por la arena deleitándonos a nuestro paso con los pescadores que utilizaban botes redondos individuales, en forma de canasta, y que con el remo imitaban los movimientos de un pez. Nos cruzamos también con varios niños vietnamitas que nos pedían fotos y posaban para verse luego en la pantalla chica y reirse como locos. El último día, nos alquilamos una moto para recorrer los alrededores. Nuestro comienzo fue en el mercado del pueblo, temprano a la mañana, uno de los más divertidos e insólitos que hemos visto hasta ahora. Desbordaba de mujeres con sombreritos cónicos que, ágiles y movedizas, formaban una marea sobre la que nuestras cabezas flotaban a la deriva: ¡una escena surrealista! Del mercado tomamos la ruta que bordea el mar verde para recorrer unos 30km hasta las "Dunas Blancas". Ya se aprecian desde el camino como grandes copos de crema que contrastan con el cielo azul y se recortan contra el lago delante. Con un ímpetu infantil, le alquilamos a un nene unos culi-patín con los que intentamos deslizarnos desde algunas lomas pero sin mucho éxito, había mucho viento y no se alcanzaba la velocidad deseada. De todas maneras, el escenario era deslumbrante y disfrutamos a pleno de ese exótico paraje. Luego de almorzar pescado en una playita solitaria, volvimos a tomar la ruta de mar para visitar el Cañon Colorado. Después de deambular un rato por los bellos cañadones rojizos, seguimos nuestro camino para llegar antes del atardecer a las Dunas Rojas, también conocidas como Dunas Amarillas, aunque a nosotros nos parecieron ¡naranjas! Lo cierto es que "Le couché du soleil", como se diría en francés, transforma el semi-desierto en una paleta cálida pintando las dunas de matices rojos y dorados que justifican cualquiera de sus nombres.
Lo "picante" de Mui Né fueron unas ronchitas rojas que nos aparecieron en todo el cuerpo y no nos dejaron dormir por varios días. Al principio pensamos que habíamos sido víctimas de una pulga asesina, pero pronto nos enteramos de que los responsables fueron unos bichitos minúsculos de la arena ¡que nos volvieron locos por semanas!
Curiosidades:
1) Cuando pedís comida en la calle te dan dos banquitos: uno del tamaño de los de jardín de infantes que sirve de mesa y otro más pequeño aun para sentarse. ¡Bárbaro para la artritis!
2) En Saigón, una ciudad de 6 millones de habitantes ¡¡¡hay 5 millones de motos!!! Es claro, las nuevas se consiguen por 300 U$ y las usadas por 100 U$!! A Ezeiza llegamos en moto.
3 Comments:
Ayer retorné de las vacaciones, y hoy, antes de terminar de leer los 3.856 mails que me esperaban, me puse al día con el relato.
Sigan así, generando envidia...
Ya voy a buscar a otra teacher....
Fer.
¿Te acordás Agus de Miss Saigón?
Cuando vuelvan les voy a llevar el CD y lo rememoramos.Uds.se alojaron en un resort? No cuentan nada del alojamiento.El Mekong me hizo acordar a la guerra, qué imágenes!Los seguimos a ¿Tailandia? Chauuuuu, mamy
Hola, soy Alejandra (de BA). Por vuestro mail habia entendido que empezaron la travesia de arriba hacia abajo! Cómo les fue con el viaje en micro? Nosotras sacamos el pase para todos los trayectos pero desp de Nah trang desistimos y empezamos a volar.
Suerte y es de nuevo un placer leerlos! Saludos
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